
El Metro de Quito en sus primeros dos días de operación con sistema de recaudo, tuvo inconvenientes de retraso y amontonamientos en las estaciones, en la que más se evidencio estos problemas fue en la parada del sur, en Quitumbe.
Sabiendo que El Metro de Quito es un sistema de transporte masivo diseñado para llevar gran cantidad de personas, y que tiene horas pico en la mañana y noche. no se consideró el volumen grande de usuarios que tuvo solo en el primer día movilizó a 25000 usuarios.
Esto es apenas el 6% de usuarios de lo que tiene previsto a futuro pero aún así se registraron problemas. Hizo falta un análisis técnico del número de pasajeros. Así, la empresa habría podido prerarse de mejor manera para recibir a un número de usuarios más aproximado al real. Y hubiese sabido cuál sería la estación que tendría más acogida.
Un error mayor fue el no prever que en la mañana el mayor movimiento de personas es de sur a norte, no se tomó en cuenta que era indispensable habilitar más boleterías en la principal estación del sur, solo empezaron con dos habilitadas y luego abrieron una más, pero aún así, hubo personas que debieron esperar más de media hora para poder comprar su código QR para viajar.
El segundo día habilitaron tres para atención al público, y en dos adicionales los trabajadores imprimían los boletos, aún así, también hubo tumulto.
No hubo eficiencia en la venta de boletos para el Metro de Quito. Se debió analizar con anticipación, por ejemplo, el número de usuarios y el tiempo que se demora en imprimir un boleto, para calcular cuántas ventanillas necesitarían.
Si el Municipio no estaba en condiciones de habilitar el sistema de recaudo, no contaba con un software eficiente o tenía detalles aún por resolver debió haber continuado con los viajes gratuitos.
No es recomendable empezar a cobrar y demostrar que no está en capacidad de manejar un gran número de usuarios.
El sistema de cobro del Metro de Quito con el que empezarían era distinto al actual. Según había explicado en varias ocasiones el gerente del Metro, Efraín Bastidas, para poder viajar era indispensable tener una cuenta de viajero.
El código QR podía llegar al celular, no hacía falta imprimirlo, sin embargo, se inició con otro sistema. En el momento, no hace falta la cuenta de viajero y todos los boletos deben ser cancelados en boleterías y deben imprimirse.
Pudo haberse hecho pruebas en sistemas digitales, sin usuarios y con simuladores del tiempo para evitar estas molestas.
Si el problema hubiese sido solo la falta de boleterías, el segundo día, ya con la experiencia del primero, debieron tomar los correctivos, pero eso no pasó. El problema se repitió.
Tanto así que la tarde del miércoles, la empresa Metro de Quito indicó que los accesos a la estación de Quitumbe permanecerán cerrados en la franja horaria vespertina para realizar una revisión y una restructuración completa.
Empezar a operar el Metro de Quito con pasajeros sin que todas las paradas estén listas es una opción, siempre y cuando se lo haga por franjas.
Por ejemplo, que empiece a servir desde la parada uno hasta la 10, y las cinco últimas no. Sin embargo, en Quito se lo hizo de una manera diferente.
Se inhabilitaron cinco paradas que están intercaladas entre las que sí funcionan, lo que hace que la gente se confunda, o que tenga que caminar mucho más para llegar a su destino final. Nuevamente, la consecuencia es que el sistema se vuelve no confiable.
Al no calcular el número de usuarios y no habilitar las suficientes boleterías se generó un retraso en el viaje del usuario, lo que dio la sensación en la gente de que el Metro no cumple sus ofrecimientos de ahorro de tiempo.
Hay usuarios del Metro de Quito que luego de haber perdido más de 30 minutos en hacer fila para entrar, dijeron que prefieren movilizarse en superficie.
Eso hace que la gente pierda confianza en el Metro, y si eso ocurre, el sistema no va a poder contar son los 400 000 usuarios que necesita para operar.
Recuperar la confianza del usuario sí es posible, pero es un camino cuesta arriba, porque el usuario no puede arriesgarse a llegar tarde al trabajo, a que lo multen o despidan. Así que no volverá mientras el Metro de Quito no muestre seguridad
El Comercio
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